Asturias sigue perdiendo jóvenes, que emigran hacia otras comunidades autónomas
El Principado de Asturias perdió 941 jóvenes hacia otras autonomías y, con Ourense, está a la cola de porcentaje de población joven, 16,81%
941 jóvenes asturianos abandonaron el Principado en 2019 hacia otras comunidades autónomas. Es uno de los peores saldos migratorios interautonómicos de España, sobre todo si atendemos a la población total de Asturias. Fue la quinta región que más población de entre 16 a 35 años perdió con respecto a entradas y salidas hacia otras autonomías, tras Andalucía, ambas Castillas y Extremadura, y casi empatada con Galicia.
Una realidad, la del envejecimiento de Asturias, que resulta una paradoja en el Día Internacional de la Juventud. “Asturias lleva años a la cola de la población joven. Está empatada con Ourense en la última posición en cuanto a porcentaje de personas entre 16 y 35 años con respecto al total. Solo el 16,81% de la población está en esa franja de edad. El Principado enmascara una realidad laboral durísima para los jóvenes tras unas estadísticas salariales aún altas por las generaciones próximas a retirarse de la industria”, analiza Yago Sáenz, responsable del Departamento Confederal de Juventud de USO, con datos extraídos del informe sobre la “Situación sociolaboral de la juventud en España 2019-2020”.
El teletrabajo, una opción de retorno a Asturias para los jóvenes
Sáenz recuerda que en “Asturias se da la paradoja que los titulados superiores suponen el mayor porcentaje de parados por grupos de formación. No puede extrañarnos que busquen su futuro lejos de casa”.
El informe de Juventud-USO analiza la situación sociolaboral actual de los jóvenes y esboza algunos de los primeros impactos del coronavirus en ellos. Sin embargo, demográficamente, “puede ser una oportunidad para Asturias. Muchos de los jóvenes que estaban fuera, principalmente en Madrid, han regresado durante estos meses porque han suspendido sus estudios o dejado sus empleos, o porque han teletrabajado. Algunos se lo tomarán como un parón, pero otros puede que decidan o puedan regresar de forma definitiva. Además, la imagen de mayor tranquilidad frente a la pandemia que se ha visto desde fuera puede incluso atraer a otros jóvenes que puedan teletrabajar y decidan instalarse fuera de las grandes ciudades”, vaticina Yago Sáenz.
El paro juvenil roza de nuevo el 40%
En el conjunto de España, el paro juvenil ha vuelto a dispararse en el primer trimestre de pandemia. El desempleo entre los menores de 25 años ha crecido un 6,62% desde el primer al segundo trimestre de 2020, más entre las mujeres, y vuelve a rozar el 40% (39,61%). Es decir, 4 de cada 10 jóvenes que quieren trabajar no pueden hacerlo.
“Son unas cifras mucho peores que para la población en general. La cifra de paro fue según la EPA del 15,33%; es decir, subió algo menos del 1%, frente a casi el 7% entre los jóvenes. No podemos permitir otra generación perdida cuando aún muchos de quienes llegaron a la edad laboral en la última década han podido estabilizarse en el empleo”, pide Yago Sáenz, responsable del Departamento Confederal de Juventud.
El informe también recoge la evolución de las nuevas altas de jóvenes en el SEPE. En junio de este año, 53.026 menores de 35 años se dieron de alta como demandantes de empleo. Esto supone un 26,45% de quienes lo hicieron en junio de 2019. Sin embargo, justo antes del estado de alarma, en febrero, las nuevas demandas de empleo entre jóvenes se habían reducido a 33.276.
Bajan los “contratos exprés”, crecen los “contratos incertidumbre”
Los efectos del covid en los contratos de la juventud ofrecen luces y sombras. La contratación de menores de 34 años se ha desplomado en junio de 2020, como también ocurre con la contratación general. Se han firmado poco más de la mitad de contratos que en 2019, pero con cambios de tendencia.
“Han bajado drásticamente las contrataciones por menos de una semana. Los jóvenes son el caladero habitual de los contratos exprés del turismo y hostelería, y este año el sector está muy golpeado. Y ha crecido el porcentaje de contratación indefinida. Son menos puestos de trabajo que el año pasado, pero una mejor proporción. Desde USO, entendemos que esto se debe a la necesidad de competencias digitales en los nuevos empleos, para las cuales los jóvenes suelen estar mejor formados”, analiza Sáenz.
Por el contrario, el responsable de Juventud-USO se fija en el crecimiento de los contratos de duración indeterminada. “El contrato por obra y servicio es una de las mayores trampas de nuestra legislación laboral. La mayoría enmascaran necesidades estructurales que se visten de temporalidad, y hoy suponen un 7% más del total de los contratos que hace un año”.
Las crisis de la juventud y sus efectos en la demografía
La población joven (16-35 años) supone el 20,75% de la población española a 1 de enero de 2020. Con respecto a 2019, la población joven ha aumentado más que la general: 1,52% frente a 0,88%, y lo ha hecho más entre las mujeres que entre los hombres, aunque estos suponen casi el 52% de las personas entre 16 y 35 años.
Una buena parte de este saldo positivo se debe a la vuelta paulatina de la inmigración: “si miramos los saldos migratorios, vemos que seguimos teniendo un déficit de españoles que emigran, normalmente los más formados, mientras que, por otro lado, en 2019 había vuelto a recuperarse la inmigración. Llegaron 245.060 personas de otras nacionalidades y ‘se nos fugaron’ 1.868 jóvenes. Suponemos que, cuando termine 2020, la inmigración se habrá parado en seco por la pandemia. Es importante recordar, frente a movimientos racistas y xenófobos, que, además de una cuestión humanitaria en muchos casos, la llegada de inmigrantes es imprescindible para rejuvenecer nuestra sociedad”, señala el responsable del Departamento de Juventud de USO.
La población se reparte de forma desigual en los tramos anuales. Así, el escalón más numeroso es el de los habitantes de 16 años y, después, a partir de los 27. “Esto se corresponde claramente con los vaivenes económicos de nuestra historia reciente. Así, los mayores de 27 años son fruto del famoso baby-boom de los años 80 y los de 16 años, del último período expansivo, de otro boom, el de la construcción. El hueco intermedio se corresponde con la profunda crisis de la reconversión industrial de los 90. Esto indica que en unos cuatro o cinco años veremos las consecuencias de la crisis de 2008 en la población y, de aquí a 16 años, desempolvaremos este estudio para volver a estudiar cómo la crisis del coronavirus mermó la posibilidad de la juventud de tener hijos por falta de un empleo estable y una vivienda”, augura Yago Sáenz.