La edad: un factor añadido para la evaluación de riesgos

La edad centra las ponencias del XV Foro de Prevención de USO, con una ponencia sobre la necesidad de incluirla en la evaluación de riesgos

¿Puede ser la edad un factor de riesgo que haya que tener en cuenta en la evaluación de riesgos laborales? La respuesta de USO es: sí, sin lugar a dudas. Y así lo expuso y lo analizó la responsable del Gabinete Confederal de Seguridad y Salud en el Trabajo, Silvia Marco, en la segunda ponencia del XV Foro de Prevención en Gijón/Xixón.

La prevencionista dejó claro que la edad influye en los diferentes riesgos que una persona asume en el trabajo. Y que, para una correcta labor preventiva, es necesario tenerlos en cuenta.

Así, Silvia Marco se acoge a la división etaria que realiza el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, que utiliza tres etapas: los más jóvenes, hasta los 34 años; los trabajadores de 35 a 54 años; y, finalmente, los mayores de 55.

Como norma general, todos ellos tienen unas características ligadas a su edad. Y estas llevan aparejadas diferentes medidas de prevención a tomar.

Cada edad, unas fortalezas y unos riesgos

Así, los más jóvenes, "tienen un gran punto fuerte. Gozan de una mejor forma física y de un estado de salud óptimo, como norma general. Esto los hace mucho más adecuados para tareas que requieran de una mayor fuerza física o esfuerzo. Además, en esta etapa, pueden afrontar mejor trabajos a turnos o una distribución horaria de jornadas más largas. Sin embargo, desde el punto de vista preventivo, hay que tener en cuenta que tienen menor experiencia en el mundo laboral. Este desconocimiento de muchos procesos puede provocar un mayor número de accidentes".

En el caso de las personas de 35 a 54 años, "su mayor enemigo es el exceso de confianza", apunta Silvia Marco. "Están a priori en una etapa estable de su vida laboral. Ya no buscan cambios de trabajo ni de domicilio. Y, en muchos casos, ya gozan de bastante experiencia no solo en el mundo laboral, sino en su puesto concreto. Por eso, pueden confiarse y prestar menos atención a procesos sencillos o repetitivos. Esto supone un riesgo para accidentes, leves normalmente, por despistes".

Y, por último, se centra en los mayores de 55 años. "Aquí, hay mucha experiencia y conocimiento. Son personas que afrontan el trabajo con tranquilidad, ya más pensando en el fin de esta etapa y su jubilación. Sin embargo, toda esa experiencia ganada es condición física perdida. En esta edad, es habitual arrastrar problemas de salud y, en general, contar con menos fuerza y resistencia. Por eso, deberían reservarse para estas personas tareas más livianas, que requieran menos esfuerzo físico".

Evaluación de riesgos con factor edad

La prevencionista de USO defendió por todo ello que la edad debe considerarse un factor a tener en cuenta en la evaluación de riesgos. "Con estas particularidades asociadas a cada tramo de edad, la evaluación tiene que fijarse en esos riesgos previstos. Además de esto, es un buen método el establecer grupos de trabajo multigeneracionales. Así, se complementan con sus fortalezas y debilidades: hay un mejor trasvase del conocimiento y, a su vez, una mayor colaboración para las tareas físicas", indica.

"Y, en el caso de que no sea posible esa colaboración, ese mentoring de mayores a menores, con respecto a la juventud hay que tener en cuenta que necesita una información específica en prevención. Muchas de las medidas que personal veterano considera básicas no lo son para los recién llegados al mundo del trabajo", apunta Silvia Marco.

Y, sobre todo, USO aboga por una visión desde la perspectiva de la edad en el rediseño de los puestos de trabajo. "Tenemos un encorsetamiento legal, ya que no está regulado que así deba ser. Pero sí apostamos por esta medida en las evaluaciones de riesgo y establecerlo como funcionamiento habitual en la negociación colectiva. La edad y una posible calificación de apto con limitaciones o no apto en el reconocimiento no puede significar un despido. Consideramos que la primera medida debe ser el rediseño de puestos. Porque, si no, la edad puede suponer automáticamente despidos", arguye.

Tras esta ponencia, participaron en el Foro el jefe de Servicio de PRL y SL del Sespa, César Movilla, y la subinspectora de Trabajo y Salud Laboral Nélida Busto. El primero centró su análisis en la falta de cultura preventiva en las empresas. Y animó a invertir en prevención incluso desde un punto de vista meramente empresarial: "no solo es importante para salvar vidas, si hay que hablar en términos económicos, también hay razones. Por cada euro invertido en prevención, la empresa multiplica su ahorro en bajas y enfermedades".

Mientras, Nélida Busto ahondó en los factores de riesgo de la población joven. Destacó que, en muchos casos, además de la inexperiencia, influyen factores como querer demostrar que es válido para el trabajo. Algo que lleva a esa persona a asumir más riesgos de los que debería.